viernes, 12 de noviembre de 2010

Comenzando.

En mi afanoso intento por salvar la literatura, iré dejando por aquí palabras, textos, poemas, historias... que me conmovieron algún día. No siempre serán famosas, pero siempre será literatura. 
Me gustaría empezar con mi poema favorito. 
Me costó poco memorizarlo y mucho menos comprender que para mí, siempre sería especial.
Así pues, relájense, y ayúdenme a disuadir a la literatura de su inevitable suicidio.


Desnudos

                                                                   (Adioses. Ausencia. Regreso)

Nacía, gris, la luna, y Beethoven lloraba,
bajo la mano blanca, en el piano de ella...
En la estancia sin luz, ella, mientras tocaba,
morena de la luna, era tres veces bella.

Teníamos los dos desangradas las flores
del corazón, y acaso llorábamos sin vernos...
Cada nota encendía una herida de amores...
-El dulce piano intentaba comprendernos.-

Por el balcón abierto a brumas estrelladas,
venía un viento triste de mundos invisibles...
Ella me preguntaba de cosas ignoradas
y yo le respondía de cosas imposibles...

J. R. Jiménez.

1 comentario:

Golfo dijo...

¿Y por qué la literatura se quiere suididar?

A otros nos persigue alegre, escurridiza, embaucadora...

En serio, tengo una gran curiosidad por la idea del suicidio de la literatura.
No me pasaba desde lo de Cesare Pavesse.